sábado, 1 de febrero de 2014

HABLEMOS DE LITERATURA ERÓTICA: EL SIGLO XVIII (Séptima parte)

Andréa de Nerciat.

French writer André-Robert Andréa de Nerciat (1739-1800) by Félix Bracquemond (1833-1914).

Andréa de Nerciat, caballero de la nobleza togada de Dijon, ex-capitán de los gendarmes del Rey de Versalles, fue ciertamente el más prolífico novelista erótico de Europa. Ha juicio de Alexandrian fue un escritor cuidadoso de no caer en la vulgaridad de otros autores, aunque supo expresar los peores libertinajes. El erotólogo lo describe como dueño de una escritura en que no hay flagelaciones, vejámenes o asesinatos, sus amantes no de infligen crueldades, sólo se procuran acariciarse y gozar cambiando de posición. Su estilo está lleno de finuras recuerdan los cuentos de La Fontaine y Las falsas confidencias de Marivaux. Usa nombres retruecanos cómicos en sus personajes como la Condesa Pozoardiente, la marquesa Mempinó, la duquesa Coñodelicioso, la baronesa Aplastavergas o el vizconde Cosadura.
 

domingo, 29 de diciembre de 2013

HABLEMOS DE LITERATURA ERÓTICA: EL SIGLO XVIII (Sexta parte)

JONH CLELAND Y EL EROTISMO INGLÉS

John Cleland
Retrato de John Cleland


Hay tres hitos importantes a propósito John Cleland en la literatura erótica inglesa. El primero es que Fanny Hill es la primera obra erótica inglesa propiamente tal, sólo antecedida por una serie de obras eróticas menores. El segundo elemento distintivo es que definitivamente fue la primera obra erótica que utiliza la estructura de novela moderna. Y el tercer hito dice relación con la calidad del autor, que sin lugar a dudas reposiciona a los literatos que escriben erotismo. Cleland, menospreciado durante siglos, es un escritor que actualmente se compara con Defoe y es digno de estudio. 

John Cleland nace en 1707, hijo del coronel escocés William Cleland. Estudio en el colegio West-minster y fue inmediatamente cónsul de Esmirna. Luego se las oficio de funcionario de la Compañía de Las Indias en Bombay (1746). Obligado a volver a Inglaterra por conflictos con el presidente de la Cía, se hunde en graves problemas financieros, siendo apresado por deudas en Londres en 1749. En este presidio es que escribe "Las Memorias de una mujer de placer", conocida posteriormente como "Las memoria de Fanny Hill".


Fanny Hill estuvo inspirada por las obras francesas de la época, lo cual es claramente reconocible en varios aspectos: utiliza constantemente galicismos en su primera edición en inglés y se idealiza la prostitución dándole un trato galante propio de los autores galos. Además la historia está imbuida por la vida de Fanny Murray, una bella prostituta que en 1946 tenía dieciséis años y que trabajaba la Rose Tabern y fue muy conocida entre los aristócratas londinenses.

An print of an image of Fanny Murray by Thomas Ross, 1750s

Fanny Hill es la historia de una joven adolescente de un pueblo cercano a Liverpool, que a los quince años queda huérfana y es enviada a Londres, quedando al cuidado de la Sra. Brown, la dueña de una prestigiosa "casa de putas". 


La subjefa del lupanar, Phoebe, la entrena en sus modales y artes amatorias, de tal modo que al poco tiempo está en condiciones de satisfacer a los clientes más exigentes, como lord B. y el señor H. cuyos identidades están sutilmente insinuadas en la obra. 


Se describen con detalle las aventuras amorosas de Fanny y también la vida del prostíbulo y su clientela, frecuentada por la aristocracia londinense de la época.


En este prostíbulo conoce al joven Charles, uno de sus clientes, que le apasiona por sobre los otros y quien la lleva a conocer una gran gama de placeres voluptuosos. 


Posteriormente Fanny se traslada a la casa de la Señora Cole, una alcahueta que organiza fiestas orgiásticas, que son descritas por Cleland con mucha gracia. Él idealiza el desenfreno, que en su tiempo era en realidad mucho más brutal que sus descripciones. 



La prostitución era una actividad cercana a la esclavitud y sólo se salvaban de esto unas pocas cortesanas de lugares muy selectos, frecuentados por gente elegante. Es tal la benevolencia que incluso describe una escena de flagelación con la misma delicadeza y suavidad que caracteriza su prosa. 


Fanny Hill tiene un final feliz, la joven con el dinero reunido por su trabajo compra una casa en Marylebone, se casa con Charles y termina afirmando que nada se compara con el amor conyugal.


John Cleland vendió su manuscrito al librero Ralph Griffith por veinte guineas, que las transformó en diez mil libras esterlinas con la venta de la edición. Cuando se le reprochó esta novela licenciosa, Cleland afirmó que la hizo por falta de dinero. El presidente del consejo privado, lord Grandville, le concedió una pensión de cien libras con el objeto de que pudiera consagrarse en adelante a otra clase de obras. La gozó hasta el día de su muerte en 1789, aunque traicionó su promesa y volvió a escribir otras obras eróticas años después. 


La excusa esgrimida por Cleland, a juicio de Alexandrian, es la peor afirmación que se puede hacer para explicar una obra licenciosa, por varios motivos. Es evidente que la literatura erótica no enriquece a nadie, o al menos no a Cleland. Además en las motivaciones de quienes escriben obras eróticas subyace la pasión de escribirlas. Y en tercer lugar, el escritor erótico no se improvisa, sino que es el resultado del gusto y hasta el don por describir los "desenfrenos sexuales". 


Traducido a numerosos idiomas, imitado, teatralizado, televisado, filmado, estamos ante un auténtico best-seller nacido del siglo ilustrado, del cual se ha escrito en los círculos académicos y que constituye la primera novela erótica de la literatura inglesa.

Rebecca Night in Fanny Hill
Ahora evidentemente el mismo Cleland hace un reconocimiento a la continuidad y la falta de novedad de lo erótico propiamente tal, que se remonta al fin de los tiempos en la literatura, como nos aporta Óscar Sánchez Vadillo, licenciado en filosofía, en un artículo relacionado, en que selecciona los siguientes textos de la obra:
“Imaginaba que os cansaríais y hastiaríais de la uniformidad de aventuras y expresiones, inseparables de un tema de esta especie, cuyo fondo o cimientos, por la naturaleza de las cosas, es eternamente el mismo, pues por mucha que sea la posible variedad de formas y modos a que las situaciones sean susceptibles, no es posible escapar de la repetición de casi las mismas imágenes, de iguales metáforas, de idénticas expresiones, y ha de aumentar este tedio que las palabras “gozo”, “ardores”, “transportes”, “éxtasis”, “deliquio” y los demás de estos términos tan propios al “ejercicio del placer” y tan usados en él que quedan manidos con el sobo y pierden gran parte del conveniente espíritu y vigor de resultas de la frecuencia con que es indispensable recurrir a ellos en un relato en el que ese “ejercicio” forma reconocidamente toda la base”.

También Fanny , según Vadillo, hace referencia al gusto por lo simple y por el exceso en el ámbito del placer, que en sus propias palabras expresa como: “experimentar alegrías cuyo único pecado me pareció ser el de su exceso”, lo que en buena parte se valoriza mejor en este texto:
“¿Acaso su capacidad de causar placer de tanta exquisitez no le elevaba y ennoblecía, a lo menor para mí? En cuanto a mí, que otros admiren y reverencien y recompensen el arte del pintor, del escultor o del músico en proporción a la delicia que en él hallen; más a mi edad y con mi afición al placer, el cual tan manifiesto se advierte en mi manera de ser, el talento para complacer que de la naturaleza dota a una persona constituía el mayor de los méritos, comparado con cual las vulgares preocupaciones que alaban los títulos, las dignidades, los honores y cosas de semejante especie tienen bien menguado valor. Y las bellezas corporales no se tendrían en tan poco si pudieran comprarse”. 

Vadillo hace mención al contraste de las clases sociales en este ámbito del libertinaje inglés. Dice que los títulos, dignidades y honores traicionan a sus propios poseedores, sobre todo a las mujeres:
“Nos hacíamos visitas e imitábamos en todo lo que nos era dado las ruindades, insulseces e impertinencias en que las damas encopetadas se ocupan sin que nunca les pase por la cabeza que no puede darse en esta tierra nada más necio, vano, insípido y baladí que su forma de vida considerada en general. ¡Si los hombres las condenan, a ellos deberían tenerlos por tiranos!”
Por otro lado, hay más humanidad, según él, más sentido de comunidad en la fraternidad del cálido prostíbulo al que va a parar Fanny, más allá o más acá de la Historia, de las convenciones, de la visibilidad social:
“El desprecio del temor, la modestia y la envidia era la regla, lo que hacía que, según los principios de su sociedad, cualquier satisfacción de los sentimientos que se perdiera quedaba compensada por el sabor picante de la variedad y por los encantos del desahogo y el lujo.  Las inventoras y patrocinadoras de esta institución secreta solían definirse en momentos en que sus humores bullían con más pujanza como las restauradoras de la edad de oro y de sus sencillos placeres antes de que su candor quedara injustamente estigmatizado como culpado y bochornoso”.  

El refinamiento, ya mencionado por Alexandrian, es resaltado también por Vadillo, y queda retratado en los siguientes textos, en que incluso es útil comparar la escena de aleccionamiento sádico, que es anterior a Sade y que es evidentemente más refinada y benévola, e idealizada al modo de Cleland:
“(…) Él fue quien me enseño antes que nadie que los placeres de la mente son superiores a los del cuerpo y que no son por ello contradictorios o incompatibles; y que además de ofrecernos el deleite del cambio y la diversidad, el uno sirve para exaltar y depurar el gusto del otro en grado que los sentidos por sí solos no pueden alcanzar”.  
 “Permitidme asimismo que os presente una excusa que sé os debo por haber recurrido quizá desmedidamente al estilo figurado, aunque en nada debiera juzgársele más legítimo que tratando de un tema que tan propiamente pertenece al campo de la poesía, que en realidad es poesía en sí mismo y tan colmado está de todas las flores de la imaginación y de amables metáforas incluso si los términos naturales no quedaran necesariamente prohibidos por el respeto debido a las costumbres y a la eufonía”.      
Fanny Hill (as Lisa Raines).
 “Los hombres no saben en general lo mucho que perjudican sus propios placeres cuando olvidan el respeto y la ternura que nuestro sexo merece incluso cuando se trata de quienes viven de complacerlos”. 
Imagen del Film Fanny Hill (2007)
John Cleland, con toda la genialidad de su pluma nos entregó un libro superior y que además de ser un verdadero éxito de ventas contiene las claves del erotismo en forma total. Esta fue una de las primeras obras eróticas que recuerdo haber leído, con la pasión del lector que se acostumbró a la "sonrisa vertical".

(…) y la verdad es que tan extremado era el gusto que en él hallaba que es distinción bizantina decir que no le amaba (…)”.
Lisa Raines como Fanny Hill (1983)

sábado, 7 de diciembre de 2013

HABLEMOS DE LITERATURA ERÓTICA: EL SIGLO XVIII (Quinta parte)

POESÍA DE LA CARNE


En cuanto a la poesía erótica del siglo XVIII, debemos volver a Italia para conocerla, ya que el máximo exponente de la poesía libertina fue el veneciano Gorgio Baffo.

Giorgio Baffo, italiano de Venecia,  descendiente de una poderosa familia de magistrados veneciana, nacido en 1964, tutor del propio Casanova y probablemente amante secreto de su madre, fue el poeta de la carne más relevante de la primera mitad del siglo XVIII. Su obra reúne más de seiscientos sonetos, madrigales y canciones, invocando todos los tonos del erotismo, mezclando altas especulaciones filosóficas con obsesiones sexuales delirantes.


El suele enriquecer sus poemas con observaciones pesimistas acerca del ser humano, pero con un giro lujurioso. 

Cuando más, nueve meses el hombre permanece
en prisión en el vientre femenino
antes de echarse fuera de la urna
y de venir a respirar al mundo.
Después de mil tormentos es necesario dar
en sepultura lúgubre
y para perfección de la miseria
permanecer eternamente allí.
Querría que las cosas pasaran al revés,
que cuando muertos, en la tumba
no se debiera estar mas de nueve meses,
y en revancha, por la ley natural
se residiese en urna de mujer
cuanto durase el mundo.


Baffo nos ilustra sobre la vida licenciosa de Venecia en aquellos años; relata en sus versos las fiestas venecianas, la visita del duque de York, la presentación de la bailarina Clementina, los incidentes de los casinos, donde la mujeres huelen a "pimpollo de rosa y a violeta"; informa a los visitantes de las posibilidades que ofrecen las cortesanas:
No visiteis las casa de Marion, la Holandesa,
Trombettina... pues no son buena mercadería,
tampoco ls de Margherita, Meneghina,
la Zane, la Schizza, la Alemana, Cappona...

Sus bromas alcanzan incluso al papa Clemente XIII cuando ordeno cercenar las estatuas en sus genitales a golpes, al cual trato con sarcasmo de la siguiente forma:

Si se jacta destruyendo de este modo
todo miembro viril, no vacilo en decirle
que los tendrá en la tierra mientras viva.




Apreciado por sus amigos, quienes lo describían como cortés y elegante en el lenguaje. Esto justifica la frase de Guiguené: "Escribía como un sátiro y hablaba como una virgen". Baffo murió a los 64 años en 1768.

Algunos de sus poemas:

Placeres ansiados por el poeta
Para mi gloria quiero siete damas,
todas desnudas en derredor mío:
que el culo me reclama una, confío,
otra zampa mi polla y se la mama;
otras dos sobre el lecho desparraman
con el ombligo al aire, el mujerío,
y se corren meneando con tal brío
que mis brazos se tronchan como ramas.
Dos más aún estiradas para, digo,
follarlas con los pies sin disimulo
y darles fregotadas con el higo;
y me queda la última, calculo
que tras una lamida, aun consigo
con mi nariz joderla por el culo.

El mundo al modo del autor
Si yo debiera fabricar un mundo,
oye, cómo lo veo terminado:
que el calor fuese siempre moderado,
y en luna llena de esplendor rotundo;
Sin lluvia fuese el campo más fecundo,
y mil frutos naciendo en cualquier lado,
abierto el cielo, el mar siempre aplacado,
y no existiese fiera o bicho inmundo;
que el hombre fuera sano, rico y bravo,
que robos de dinero no existieran,
y nadie al porvenir diera un ochavo:
mas sobre toda cosa que me dieran,
pido que a todos se les hinche el nabo
para siempre joder, y a quien quisieran.

La polla en agonía
¡Adiós, coños y culos, los florones
del mundo más preciosos! Entre tanto
preciso es que levante mis cojones,
que ha muerto el Creador de Todo Santo;
aunque ya me hice dar mil restregones
por la mano desnuda de mi encanto,
para nada sirvió, ni las fluxiones
y el aroma de un coño sacrosanto.
Creyendo la podía reavivar,
pues con su hedor aún no ofendía a Dios,
le he puesto un bello culo a olfatear;
ni por esas se ha echado de él en pos
y ha hablado en el momento de expirar:
“¡Adiós, coños y culos! ¡Ay! ¡Adiós!”.

Es necesario regresar a Francia para encontrar otros poetas eróticos, aunque no comparables a Baffo. Pierre Honoré Robbé de Beauveset fue el poeta erótico más afamado del reinado de Luis XVI. Su primera publicación en 1736 fue anónima: El licencioso convertido. Era la queja de un libertino que acababa de contraer la sífilis con una mujer que cría virgen. Esta pieza compuesta de alejandrinos verso de catorce sílabas métricas compuesto de dos hemistiquios de siete sílabas con acento en la sexta y decimotercera sílaba) tenía un energía propia de los antiguos satíricos. Después de esta obra se dedico a recitar poemas libertinos en las cenas. Las damas escondían sus rostros tras su abanicos al llegar éste al décimo verso. 



Dícese de él, en todo caso, que no era tan atrevido delante de las mujeres. Pero en la cenas orgiásticas leía las piezas más desbocadas: El barómetro de los jesuitas, El origen de los calzones, El desatador de sostenedores, etc. Tiene por cierto obras francamente escatológicas como Las dos necesidades contrariadas o La autentica felicidad.  
                                                     
Francamente popular fue el autor Oda a Príapo, que fue adoptada como himno y recitada por todos los libertinos de la época: Alexis Piron. 


A los veintiún años, siendo abogado principiante en Dijon escribió esta Oda a Príapo:

Joder es la base del mundo,
joder es el río fecundo
que al universo da la suma de los días
y esa totalidad que se admira,
ese universo es, si bien se mira,
sólo una vasta y noble mancebía.


En 1717 colgó la toga y fue a París para iniciar una carrera literaria, primero escribiendo comedias para la Ópera Cómica. Mantuvo severas disputas con la Academia Francesa, que le dieron más celebridad. Amigo del borgoña, escribió numerosos poemas eróticos: Es necesario que siempre mande la mujer, Etimología de Aze te Jode, El sinsabor del goce, etc. Murió a los 83 años en 1773. Muchas de sus brs permanecieron censurada hasta el siglo XX. 
Quien no haya leído a Piron desconoce lo que fue el espíritu francés en el siglo XVIII, gozador, burlón, sin malicia, tocando con gracia los temas más obscenos. 










Al modo de la Oda a Príapo, Sénac de Meilhan, compuso un poema épico llamado La Jodomanía (1775). En esta obra pretende demostrar que la verdadera felicidad proviene del placer. Evoca a lo que llama erotómanos dignos: los dioses del  Olimpo, las mujeres de la ópera, los monje, las monjas, las duquesas, Catalina II de Rusia, la soberana que jode a voluntad y colma de honores a sus súbditos , siempr que sean jodedores. Termina su obra con el consejo: "Joded asta la muerte". Fue autor también de La jodíada y La masturbomanía. Fue economista, historiador y uno de lo más serios novelistas.






viernes, 22 de noviembre de 2013

MIENTRAS ESTE FUEGO ARDA. (ANTOLOGÍA)


Las antologías siempre tienen una ventaja para los que gustamos de leer poesía, la variedad. Incluso aquellas que se organizan por generaciones o por una categorización temática. Eso asegura al paladar que al menos, más de una vez, algún saborcito excite tus papilas gustativas, o genere memoria. Ahora, si uno reúne variedad de estilos, temáticas y generaciones tiene un popurrí más complejo, que si no está bien condimentado u organizado, puede evidentemente disgustar.

Ese no es el caso de Mientras este fuego arda, en que cada ingrediente enriquece desde la diversidad al otro, como un plato exquisito diseñado por un gran chef. El gran chef tras esta obra que magníficamente enlaza un grupo de poetas emergentes, o debo decir poetizas, con las más variadas temáticas, estéticas, estilos y grupo etario, pero con algo en común, la belleza acabada de sus versos. 

Mención especial a la poesía erótica de la Pilar Arratia, que le da una y hasta dos vueltas a la tuerca del erotismo. También a Yorka Gallegos y su poesía testimonial, hermosa, sintética e imprescindible. Que injusticia no alcanzar a comentarlas a todas, pero sin lugar a dudas está presente en ellas algo omnisciente, un constructo, un concepto, a veces más que sólo un género: la mujer.

Gracias por esta antología, cuyo fuego no se apaga.

"hotel Valdivia viaje a las nubes
caminar abrazados a la entrada de las raíces
de una selva citadina y agua
aquella reproducción árabe para el amor
hojas muertas mirándonos
Sandro y su nicotínica voz
sin prisa consume esa parte del placer nos canta
triángulo del pubis de mayo excitado
un frío sensualidad se acumula
la yema de tus dedos descubre mi
cuerpo donde los años se quedaron
y bajando por la juntura de su boca
abres paso a la cavidad perfecta
cierta pasión y algunas notas de cansancio

el pasado obstruyendo el presente
pero nos dejamos vivir en este color selva
y señor, perdona nuestros pecados"

Pilar Arratia


Ficha técnica:

ediciones santiago inédito
ISBN: 978-956-711-798-7
Rústica c/solapas
88 pp | 14 x 21 cm

jueves, 7 de noviembre de 2013

TRAZOS DE AMOR & AGUA. Dante Cajales Meneses


Cómo prometí he seguido visitando nuevas páginas para compartirlas con Uds. Y esta vez les hablaré de un libro, que ciertamente sería reduccionista clasificarlo como otro texto de poesía erótica. La verdad, y espero que su autor me lo permita, este libro es un libro redondo, en forma y en fondo, que trata el amor (y el erotismo) de la mejor de la maneras: desde el amor mismo. Nadie podría atreverse a negar que Dante estuvo enamorado en cada una de sus páginas.

Trazos de amor y de agua es un bello libro de poesía, una especie de bitácora de esta historia de invierno, de agua y de amor. Es un libro sorprendente, ya partiendo por su prólogo firmado por Luis Eduardo Aute, quien tan poéticamente como puede ser, nos ayuda a descifrar estos trazos de amor. Dante Cajales nos invita, sensualmente, a compartir esta historia llena de agua, de cuerpo y por sobretodo de alma. Hay fuego, pero muchísima ternura. Hay también pérdida, desconsuelo y dolor. Hay por sobretodo verdad, verdad vinculada al amor, sin adornos extras.

Ciertamente también hay reminiscencia de barrio Brasil, de los ochenta, con toques de Sui Generis o de Los Blops. Todo felizmente enlazado con el elemento de la vida, aquel que nos transita y nos abandona, el agua. Agua sempiterna en nuestros inviernos Santiaguinos. No por nada Silvio nos bautiza como la ciudad de llovizna siempre eterna.

Este es un libro imperdible y que tiene un erotismo bellamente tratado. Absolutamente imposible no enamorarse de esos lunares que abundan en el cuerpo de la musa de Dante y en sus páginas. No existe Dante sin infierno, menos aún sin amor.

"Que será de nosotros sin amor
la lluvia sin amor
la ciudad sin amor
el país
el continente
el planeta
la galaxia
el universo
los hoyos negros
el amor sin amor"



martes, 5 de noviembre de 2013

LA SOCIEDAD JULIETTE (La persona versus el personaje). Sasha Grey



Nada nuevo bajo el sol, es como debiera titular este comentario. Sucede que Sasha Grey nos entrega una novela formalmente bien escrita y bastante ágil y fácil de leer. El asunto es que me costó concentrarme en ella. Pero como tengo espíritu felino y me encantan las madejas, y pienso mejor frente al teclado, es ahora que estoy escribiendo este artículo que caigo en la cuenta del por qué mi distracción y logro desenredar este ovillo.
Como suele suceder, narcisismo mediante,  cuando nos “empoderamos” de la más mínima parcela de poder o conocimiento tendemos a la descalificación de los pares, cayendo en ese juego mediocre de la crítica por envidia. En ese estado uno se distrae con facilidad de lo central. Este fue el caso en mi lectura de La Sociedad Juliette, novela que adquirí hace pocos días. El punto es que la misma Sasha contestó la pregunta que me distrajo durante 299 páginas, precisamente en la última de ellas, en los agradecimientos. La pregunta es cómo (prejuiciosamente, lo reconozco) está pornostar retirada, joven y alocada, logra escribir esta novela o en su defecto quién la escribió para ella, aprovechándose de su personaje. Dicho sea de paso lo de escribir para alguien es más antiguo que el hilo negro, si no recuerden el Heptamerón de Margarita.
Definitivamente Sasha Gray no lo hace tan mal como escritora de bestseller. Es evidente que aprovecha su expertiz sexual, pornográfica y erótica, para plasmar una historia plagada de sexo relativamente alternativo. Los tríos, el sexo grupal, el bondage todo tratado superficialmente, como el lente de una triple xxx, sin profundidad, sin explicaciones, sin un desarrollo que supere el tratar de hacernos creer que una mujer normal se van erotizando y transformando en perversa como un elástico que se estira cada vez más, cuando en realidad la fuente del sadomasoquismo o de cualquier parafilia es la resultante de procesos internos mucho más complejos y que están siempre mejor retratados por otros. Les pongo un solo ejemplo, cinéfilo para parafrasear a la misma Sasha Grey, El imperio de los sentidos.
Pero en fin, hasta ahí da lo mismo, porque darle un poco más de argumento a una de las triple x, como las que ella misma filmó alguna vez, era lo que me hubiera esperado. Y ciertamente a ratos es así.
Sin embargo, Sasha o quien sea que la ayudó, logra distraerlo a uno de sus cabos sueltos con algunas características del personaje, estudiante de cine, y con su bagaje al respecto. Logra atontarnos con sus comparaciones con varias historia o argumentos de Hollywood, para aspectar un desarrollo argumental fílmico en su propia novela. Pero la verdad es que no había nada nuevo bajo el sol.
 Si revisan algunos de nuestros artículos de historia del blog, están allí todas las respuestas. Su título alude a Juliette, personaje de Sade, hermosa joven que decidió comenzar a trabajar en un burdel y se adaptó fácilmente al camino del vicio, la depravación y el dinero, en contraste con Justine su hermana, quien intenta infructuosamente ser virtuosa. En esto se resume el pensamiento de Sade respecto a la virtud versus la lujuria, como medios de vida. Y por supuesto un remedo, también superficial, intenta hacer Grey en su novela, que impone un final moralista, a una historia tan poco lograda y menos verosímil de lo que se pretende anunciar.
Están estos elementos presentes también en la literatura de Angela Carter, quien es una de las aludidas en los agradecimientos finales de Sasha, y que ciertamente debe haber leído. Y sorprendentemente, también, uno de los autores libertinos que mencionamos en el último articulo de historia: Jean Baptiste de Boyer  es mencionado por ella. Este es el autor de Teresa la Filósofa, novela que conserva este molde tantas veces repetido en la literatura erótica, el de la novela didáctica en que una mujer experimentada enseña sus artes a la inexperta, en este caso en el contexto de la ayuda de algún sádico o maestro, como en Teresa. Si para de Boyer el sádico era un clérigo, actualizado por Grey es un político (el poder cambia de dueños, no de modus operandi).
 En resumen, como pueden ver, nada novedoso, incluso en el contexto de popurrí que requiere un best-seller para ser exitoso en ventas, agregar una pizca de novela rosa para salvar a la personaje a través de un amor “para toda la vida”, tenía que estar presente.
 Por supuesto, imaginarse a Catherine con el cuerpo de Sasha Grey, moviéndose como ella y follando como en sus películas puede ayudar a no dejar la novela en las primera cien páginas.